Hola yoguis!!
Hoy os vos a contar como empece a hacer posturas invertidas, toda una aventura!! Que aún dura, por cierto.
Cuando, hace ya año y pico, comencé a ver en instagram a todas las yoguis que sigo, flipaba, no tenía ni idea de como se podía hacer todo eso sin partirse la crisma. Y más aún esas posturas sobre la cabeza, eso tenía que doler, pensaba yo.
Pero cuando, al mes de comenzar mis pequeñas prácticas diarias, conseguí mantenerme en equilibrio de brazos, un segundo, haciendo el cuervo, pensé, si he podio con esta puedo con todas!!!
Así que tras unos meses de práctica y progresos, me decidí a probar las invertidas.
La verdad, lo hice con miedo, pues no tenía ni idea de sí mi espalda podía soportarme cocota abajo. Y sinceramente, admito que fui un poco imprudente al no preguntar a ningún especialista, ni profesional del yoga. Pero me olía la respuesta negativa y mis ganas y entusiasmo me hicieron seguir.
Yo jamás había hecho el pino, en octavo de E.G.B. deje de hacer educación física por la escoliosis, así que primero decidí experimentar la sensación de inversión de una forma segura. Me coloque en el pasillo de mi casa, con una toalla doblada para apoyar la cabeza, manos puestas en trípode y poco a poco subí los pies por la pared, intentando luego llevarlos hacia la otra pared y quedar así de forma vertical.
La sensación fue de agobio, de presión en la cabeza, de no tener fuerza para sostenerme, creo que no llegue a soltar los dos pies de la pared. Volví a bajar, a duras penas, y al incorporarme los oídos me pitaban y mi cuello y hombros estaban tensos como un alambre.
Desde luego, y por enésima vez, os digo que siempre que podáis, empecéis yendo a clase, con un profesor que os guíe y enseñe. Sobre todo en estas posturas de más dificultad tiene que ser mucho mejor! Digo tiene, porque no lo se, pero lo intuyo.
Después de una primera prueba de contacto, vino una segunda, tercera, etc. No se el tiempo que me llevo, no lo recuerdo. Sólo se que día tras día, prueba tras prueba, las sensaciones iban mejorando y el equilibrio también. Ya no me pitaban los oídos, no me temblaban los brazos, mi cuello y hombros ya no tenían agujetas. Seguía practicando en el pasillo.
Hasta qué un día probé afuera, en el sitio habitual de mis prácticas. Aún así me puse una silla, no se bien para que, porque si me caía no me iba a parar, pero la puse. Luego cambie la silla por la cristalera.
Y lo demás es historia. Poco a poco fui cambiando la posición de los brazos, probando alguna variación de piernas. No se lo que tarde en alejarme de la cristalera, fueron meses, seguro.
Y hasta hoy, en que todavía me queda mucho trabajo para mejorar lo aprendido y sobre todo hacer el pino!! que me esta costando horrores!!
Por cierto, no os he comentado, pero los talegazos han sido de aúpa!! Unas moraduras que daban miedo y de todos los colores!! Pero como se suele decir, sarna con gusto no pica!!
Y dicho esto os dejo, para que sí os sentís con ánimo probéis estas asanas.
El arado.
Postura preparatoria a lo que yo considero la primera invertida, la vela, que veremos luego.
Tumbados en la esterilla boca arriba, llevamos las piernas hacia el pecho, las rodeamos con las manos y, llevando la barbilla hacia el pecho, nos balanceamos a lo largo de la espalda, para prepararla. Después de cinco o seis balanceos, los haremos con las piernas estiradas y estirando los brazos al lado del cuerpo para, poco a poco, coger impulso e insisto, poco a poco, intentar llegar con la punta de los pies al suelo y quedar como en la foto. Si no os llegan los pies al suelo, no os preocupéis, con el ejercicio del balanceo ya habéis trabajado la elasticidad de la espalda, sobre todo la parte dorsal y del cuello.
Como siempre, aguantáis unas respiraciones y deshacéis lentamente.
La vela.
Para mi, la primera postura en inversión corporal, sólo que sobre los hombros.
Se puede hacer partiendo del arado. Una vez que estamos en el, apoyamos las manos sobre la espalda y, poco a poco, dobláis las piernas y las vais elevando hasta quedar lo más vertical posible. Aguantáis unas respiraciones y deshacéis lentamente. Podéis balancearos nuevamente para masajear y relajar la espalda.
Preparación para la invertida sobre la cabeza en trípode.
Antes de nada, quiero decir que a mi nadie me enseño. Fue la lógica, la prudencia y, a su vez, las ganas de hacerlo las que enseñaron.
Os voy a dejar la foto y ser vosotras mismas las que decidáis qué o cómo hacer. No me veo con la suficiente autoridad como para enseñaros. Las invertidas es algo que considero algo más serio, más que nada, porque considero que hay que tener una buena musculatura para realizarlas y, aún con todo, se pueden producir contracturas si no se está bien colocado.
Aquí os dejo el enlace al video de muestra.
Después de varios meses practicando invertidas, ya con comodidad y sin sentir ninguna molestia, leí en varias publicaciones que no es recomendable practicarlas en casos de escoliosis severas.
Que queréis que os diga, en la última revisión midieron mi radiografía con 50 grados.
Las normas son las normas, y cada uno somos un mundo.
Nos vemos en la próxima!
Blanca.